Cuaderno de lecturas
Para leer
Un
hombre que duerme el lector debe aceptar sin vacilación el sinuoso pacto
que le propone el narrador desde la primera línea: leer se convierte entonces
en una maniobra pausada, donde cada palabra sugiere y agrieta un universo de ensueño,
de micromundos borrosos y efímeros, de trazos indefinidos, de luz tamizada y de
nubes apenas esbozadas que
se disuelven
en una continuada y fumosa sombra.
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Antonio Dueñas
Cincuenta novelas del siglo XX para (re)interpretar el mundo
Ed. Biblioteca Nueva
(próxima aparición)
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